
Las tarjetas gráficas llevan un procesador de refuerzo para renderizar (interpretar de modo comprensible) gráficos o procesar imágenes 3D (las tarjetas PCI, AGP o PCI-Express). Además, tienen una memoria independiente para que los gráficos no agoten los recursos de la máquina. La experiencia del usuario viene muchas veces condicionada por el comportamiento de esa tarjeta; al fin y al cabo la pantalla es el único punto de referencia para saber lo que se está haciendo. Con las exigencias de sistemas operativos, software y juegos de hoy dia, de nada sirve tener un procesador enorme si la tarjeta no renderiza con eficacia.
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